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MIGUEL CARDOZO


Hoy 9 de enero de 2018 ya no es un día cualquiera de un año que comienza. Es el día en que se nos ha marchado el más grande referente histórico del cooperativismo nacional. Si los cooperativistas nos sentimos unidos por lazos que traspasan las solas convicciones ideológicas, los modelos societarios, si para nosotros abarcan la integridad de nuestro ser, los proyectos, los sueños, las emociones, si nos integra un espíritu familiar, fuerte, fraterno, hoy podemos decir, gritar o llorar a todos los vientos, que hemos quedado huérfanos de padre.

Gracias a Miguel Cardozo, para los que tuvimos la dicha de convivir con él muchos años, los valores de la cooperación no son un enunciado abstracto, sin referencias vitales. Toda su vida se ha fundado en el compromiso cooperativo con la entrañable gente sencilla de nuestros pueblos, el sanducero, el oriental, el latinoamericano, por y para quienes entregó sus horas y desvelos. Todavía resuenan sus palabras, entrecortadas por el ahogo de lo hondo, cuando en la Cumbre de Cooperativa de las Américas de 2016, recibió un homenaje: “Es cierto todo lo que han dicho que hice, ¡pero lo hicimos juntos!

Extrañaremos –y nos guiarán, ausente y presente a la vez- su mirada incisiva, su visión clara, su determinación firme y su postura moral irreductible. Supo despertar en nosotros esa confianza sin límites que podemos abrigar solamente ante las personas más íntegras, coherentes y lúcidas. No habrá otro Miguel, tendremos que construir entre muchos, con nuestros pobres retazos, esas enormes cualidades.

Miguel ha sido un tremendo ejemplo de liderazgo democrático, desde una visión prospectiva de las realidades profundas, que trascienden lo coyuntural. Siempre supo transmitírnosla, orientando la acción desde las convicciones y con metas meridianamente claras, que compartió y nos animó e impulsó hacia ellas. En todo momento partía de la escucha atenta de los demás, integrando la riqueza de la diversidad en lugar de imponerse desde la altura de los cargos de decisión. Se yergue como una autoridad fundamentalmente moral, la formal ha sido nada más que la consecuencia natural de su estatura.

Combinó magistralmente en su persona la visión social con la faz empresarial, el negocio al servicio de las personas, síntesis del cooperativismo.

Ya en sus búsquedas originales, allá en su Paysandú, lo encontramos inquieto, inserto en causas sociales, sindicales, políticas, todas de raíz popular y democrática, todas reñidas con la dictadura que padecimos pero jamás aceptamos los uruguayos.

Miguel timoneó los grandes cambios en el movimiento cooperativo, las mayores articulaciones institucionales, la construcción de experiencias unitarias, la respuesta siempre integradora y superadora, esa que tanto necesitamos. Presidió a COFAC en el tránsito de Cooperativa de Segundo Grado a la fusión en la Cooperativa Nacional, desde la dura fase inicial de recuperación de la profunda crisis nacional de 1982, para transformarla en una herramienta financiera al servicio de las pequeñas y medianas economías.

Lideró la constitución de la Mesa Nacional Intercooperativa, desde aquel memorable acto del 25 de agosto de 1984, allá en su suelo sanducero, conduciéndola firmemente a su consolidación en la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas, logrando involucrar a todas las ramas y federaciones en una única institución representativa. Como primer presidente de CUDECOOP, dejó una impronta imperecedera en esos ocho años de ejercicio activísimo, lleno de iniciativas, de conducción abierta y negociadora, pero con pulso firme y determinación.

Integró en representación del movimiento cooperativo la primera Comisión Honoraria del Cooperativismo, en el año 1991, y también participó del proceso de transición entre esta expresión germinal de institucionalidad política pública de promoción, al actual Instituto Nacional del Cooperativismo, de cuyo Directorio fue miembro alterno desde sus principios en 2009.

Su presencia y guía fueron cruciales para la creación de la Cooperativa de Seguros SURCO, única respuesta privada nacional que surgió en el marco de la desmonopolización de los seguros. Lo mismo podemos decir de la creación de la administradora de fondos de ahorro previsional. No se conformó con asumir una postura crítica ante una ley que modificó el sistema de previsión social; había que ocupar un espacio abierto para el cooperativismo. Otro tanto ocurrió con la incorporación de los medios de pago electrónico y la irrupción de los cajeros automáticos; vio la necesidad de democratizar su uso, extenderlo por todos los rincones del país, ofreciéndolo desde el movimiento cooperativo, lo que fue posible gracias al nacimiento de CABAL Uruguay, en asociación con nuestro movimiento hermano de Argentina. Presidió la Cámara de Cooperativas de Intermediación Financiera, desde su fundación en 1994.

En el plano internacional, ocupó primeramente la vicepresidencia y luego la Presidencia de la Regional de las Américas de la Alianza Cooperativa Internacional, desempeñando la Vicepresidencia de ACI por nuestro Continente entre 1998 y 2002. En ACI Américas también presidió desde su constitución el Comité Regional Bancario y simultáneamente integró el Comité Ejecutivo de la Asociación Internacional de Bancos Cooperativos.

Todos esos antecedentes hablan de su capacidad y de su hacer, pero lo primordial, lo que nos inundaba a quienes lo rodeamos era su ser, su esencia de hombre de familia, de amigos, de ruedas, su calidez, el respeto afectuoso que se ganaba y prodigaba.

Miguel Cardozo ha sido y es nuestro orgullo. Ser herederos dignos ¡qué tarea difícil nos espera!

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