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Mensaje de INACOOP en el Día Internacional de las Cooperativas

Este Día Internacional de las Cooperativas encuentra a nuestro país y al mundo ante una difícil coyuntura que nos interpela como sociedades, como organizaciones, como humanidad misma. Es desde esta perspectiva que, recordando que la Ley declara a las cooperativas como “de interés general e instrumentos eficaces para contribuir al desarrollo económico y social, al fortalecimiento de la democracia y a una más justa distribución de la riqueza”, observamos y alentamos su desempeño en medio de la pandemia que nos afecta.

La primera conclusión que sacamos es que, efectivamente, por su naturaleza y su arraigo territorial y social, las cooperativas han hecho operativos sus valores esenciales: han manifestado un fuerte compromiso con la comunidad a través de acciones concretas y han adaptado su operatoria para proteger la salud de sus funcionarios y asociados. Los valores cooperativos en su Declaración de Identidad de 1995, de “ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad y los valores éticos de honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás” se han asumido plenamente. Pero lo más rescatable es que esos mismos valores han sido la gran fuente de buenos resultados obtenidos por la población uruguaya, que ciertamente se identifica mayoritariamente con ellos. El “mundanal ruido” parecía decir lo contrario, pero a la hora de las responsabilidades personales y grupales, Uruguay respondió en el sentido correcto. Esta constatación nos permite ser optimistas con el porvenir del cooperativismo en nuestra patria: los valores de la cooperación no son ni más ni menos que los reconocidos y encarnados por la mayoría de los orientales.

Otra conclusión inmediata tiene que ver con la velocidad de adaptación al cambio y la creatividad y decisión para realizar ajustes que las cooperativas han mostrado. Generalmente, desde fuera del movimiento cooperativista, se percibe su funcionamiento democrático como un factor enlentecedor de la toma y ejecución de las decisiones. En este peculiar entorno general, se destaca su contracara: la importancia de la cohesión interna derivada de una comunidad de valores y de la capacidad de innovación vinculada con la conjunción de saberes y experiencias de personas que apuntan hacia fines que trascienden su individualidad.

Finalmente, advertimos la resiliencia general de las cooperativas: cómo priorizan su pervivencia y la defensa de sus puestos de trabajo a los resultados inmediatos. En un momento tan crítico a nivel universal, donde la ocupación y los ingresos familiares se transforman en un problema crucial, apoyar al cooperativismo es igual a trabajar directamente en la atenuación de los efectos nefastos de la paralización económica. Las cooperativas no se encuentran fuera del sistema global, sufren las consecuencias como todas las empresas, pero con los apoyos debidos pueden transformar problemas en soluciones, no globales, no mágicas, pero sí efectivas para muchas personas y familias. No es poca cosa; para esa vocación de servicio han nacido y en aras de su cumplimiento, en la medida de sus posibilidades y recursos, INACOOP estará siempre junto a ellas.

Quizá hoy no podamos decir “feliz día de las cooperativas”, pero sí desear un renovado y comprometido día a los que han abrazado la cooperación como vocación para su vida. Sus manos continuarán pintando nuevos horizontes.

INACOOP, 4 de julio de 2020

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